El ciprés de la Anunciada se plantó a partir 1619 con motivo de la llegada de los restos de San Lorenzo de Brindis al convento

11 septiembre 2018

El ciprés ha acompañado la historia del convento de las clarisas de la Anunciada en Villafranca del Bierzo desde casi sus orígenes y es además uno de los árboles monumentales más emblemáticos de España y Europa. El primer acto de la celebración del Año Diocesano de la Santidad en Villafranca estuvo también relacionado con el ciprés y San Lorenzo de Brindis, cuyos restos se encuentran en el monasterio. Los intervinientes que participaron en las ponencias, el escritor y filólogo, Agustín Guzmán Sancho, y el botánico director del departamento de Árboles Monumentales de la Universidad de Valencia, Bernabé Moyá, indagaron en la historia de ambos y establecieron unos interesantes paralelismos que desvelan algunos datos interesantes sobre el ciprés de la Anunciada.

El acto que se celebró en el Teatro Villafranquino Enrique Gil y Carrasco contó además con la presencia del alcalde, José Manuel Pereira, y el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.

Agustín Guzmán destacó la figura de San Lorenzo no solo por haber sido un gran místico y teólogo, que además es Doctor de la Iglesia junto con San Isidoro, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, y San Juan de Ávila, sino también por la labor diplomática que desarrolló como embajador papal durante los años convulsos de las guerras religiosas en Europa entre protestantes y cristianos.

San Lorenzo fue amigo del marqués de Villafranca Don Pedro de Toledo, quien posteriormente trasladó a la villa sus restos cuando falleció el 22 de julio de 1619 cuando viajaba a visitar al rey de España Felipe II para trasladarle las protestas de los napolitanos sobre el gobernador el Duque de Osuna. Restos que fueron depositados en el convento que el Marqués fundó en 1606 para cumplir con los deseos de su hija María de Toledo que quería hacerse monja clarisa.

La segunda parte de esta historia la completó el botánico Bernabé Moyá, responsable de que el ciprés esté todavía vivo. Cuando se hizo cargo del mismo en el año 2001, el árbol estaba enfermo afectado por siete plagas. A día de hoy, a pesar de que todavía tenga tres de ellas y que no se puedan erradicar, mantiene su esplendor con sus 33 metros de altura y 5 de perímetro y más de 400 años de vida. Una datación que según reveló Moyá tiene que ver con la llegada de los restos de San Lorenzo de Brindis al convento en 1619, porque fue a partir de esa fecha que se plantó en lo que anteriormente había sido el cementerio donde se enterraban a las monjas de la hermandad.

Moyá fue más allá en las averiguaciones sobre el vínculo del ciprés con el convento y afirmó que hay un paralelismo entre las vidas de San Francisco y Clara de Asís y San Lorenzo y Sor María de la Trinidad, recordando que el ciprés fue el árbol que simboliza y representa a los franciscanos y que las vidas de Santa Clara y María de Toledo tuvieron puntos en común con una diferencia de 400 años. Ambas decidieron dedicar su vida al monacato a pasar de la oposción de sus padres, ambas se escaparon de un castillo para hacerse religiosas, y ambas fueron seguidoras de San Francisco, en el caso de Santa Clara, y de San Lorenzo de Brindis, en el de María de Toledo.

Por todo ello, Bernabé Moya concluyó que lo más probable fue que cuando llegaron los restos de San Lorenzo de Brindis al convento de la Anunciada, María de Toledo decidiera plantar un ciprés como símbolo y homenaje al Santo.

Fuente: www.bierzotv.com